De Gladiator a Calamar

Lorena Delgado Magro.

http://www.Psicologosdelma.com

Llevo varios días leyendo diversos artículos de Psicología sobre El Juego del Calamar como si fuera un fenómeno nuevo de gran alarma social del que debemos proteger a nuestros inocentes menores sin saber muy bien cómo para concluir finalmente que la censura no es suficiente.

Mi impresión cuando vi la serie no fue para nada de novedad, no pude sino tener un deja vu rememorando a los gladiadores romanos en el circo o los caballeros de gesta medievales, pero esta vez en coreano.

Estos gladiadores se jugaban la vida luchando con sus compatriotas para entretener a unos pocos ricos en sus celebraciones. Todo el pueblo podía a asistir al espectáculo por unas monedas y en nuestro caso a través de una suscripción a Netflix. Todos los telespectadores aplaudimos y a la vez nos horrorizamos ante el espectáculo tal como hacían nuestros ancestros de antaño, pero hechizados por la novedad o moda que fluye más rápidamente en las redes sociales que la rumorología.

Igual que en el circo romano los concursantes coreanos participaban unos como esclavos y otros como voluntarios por el premio económico. Igual que en entonces los había más o menos dotados, de diferentes clases social, sexo y edad; con más o menos inteligencia, mayor o menor cantidad de armas o años de entrenamiento.

Los niños romanos o de la edad media de entonces supongo que también asistirían al espectáculo con sus familias, jugarían a ser gladiadores o caballeros en la calle y también a otros juegos sin que nadie se rasgara las vestiduras.

Con esto quiero decir que la culpa no es del calamar, del circo o de las gestas sino de la misma maldad y codicia de los humanos que se repite a través de la historia como perros con distinto collar. La historia a mi modo de ver, va de como los poderosos se aprovechan de la necesidad de otros para entretenerse sometiéndolos y cómo el resto aplaudimos impávidos ante la ausencia de reflexión u otro entretenimiento mejor. Va de como el pueblo en el fondo también añoramos ganar el premio y envidiamos a aquellos que ostentan el poder y si lo obtenemos seguiremos sometiendo a nuestros hermanos. A mi parecer esa es la auténtica reflexión que hay que hacer a nuestros pequeños para poder cambiar el mundo sino no habremos avanzado absolutamente nada a lo largo de la historia. Creo que muchos grandes no han podido llegar a esta reflexión y se han quedado con la cara pegada a la pantalla cegados por un calamar gigante que los atrapó con sus tentáculos.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar